sábado, 20 de octubre de 2012

Superando un aborto (2)





Con el primer artículo referido a la pérdida de un embarazo, os hablé del proceso por el que pasa una mujer tras sufrir un aborto. En esta entrada quiero continuar ofreciendo información al respecto de un proceso particular como es el legrado a través del cual la mujer pone fin al embarazo cuando el feto no es expulsado de forma natural, sino que es retenido en su útero. Así mismo, quiero ponerle palabras a sensaciones, sentimientos y a experiencias (de las que puede sentir dificultad para verbalizar y expresar, además de sentir incomprensión al respecto) sobre las fases por las que pasa la mujer en ese proceso de duelo y en la elaboración de la pérdida de su bebé y que sin embargo desconoce que forman parte de las sucesivas etapas en la elaboración del duelo los meses posteriores a la pérdida de su embarazo.
  
Así, os acerco unos contenidos de "La cuna vacía" (M.A. Claramunt, M.Álvarez, R.Jové y E.Santos) en los que cuatro expertos, desde diferentes perspectivas, realizan su aportación respecto al acompañamiento con aquellos padres y madres que pierden un bebé, un hijo, que no llega a nacer por su pérdida en algún momento del embarazo.

   Aspectos de los que quiero hablar aquí, pues de es muy positivo no sólo estar informado, sino el poder hablarlos en caso de estar pasando por esta dolorosa experiencia, y que puede ayudar/facilitar el conocerlos, al acompañamiento y apoyo a una mujer (y también para un hombre) que se encuentran en el proceso de afrontamiento/elaboración de la pérdida de su hijo no nacido y de la paralización de la formación de la identidad de madre que se estaba construyendo con el embarazo.


*   "Legrado no es sinónimo de final del embarazo. Igual que en una cesárea realizada sin mediar trabajo de parto, habrá dolorosos entuertos producidos por un cuerpo que lucha por cumplir con su instinto natural. Sea mediante un miniparto natural o artificial vía legrado, el sangrado durará unos días".


          La sensación emocional en un hospital en el que la mujer a su llegada, comienza por adquirir la vestimenta propia de un hospital, le toman una vía, le dan oxitocina para producir contracciones que faciliten la apertura del útero, la salida del feto o la extracción del mismo cuando se llegue al legrado, le llevan a quirófano, sale y siente que le han quitado a su bebé ... todo ello es vivido como un miniparto pero en el que se va a casa sin tu niño, sino todo lo contrario. 
A la madre le han tenido que extraer su hijo no nacido, sin que ella lo deseara. Además, sigue sangrando días después, como en un parto natural, y se va a casa, tomando medicación para cerrar su útero como si hubiera parido... Aunque con el dolor de que realmente no ha sido un parto y que la mujer no siente la felicidad de llevarse consigo a su bebé en brazos para cuidarlo. Sensaciones, emociones, que la madre aunque puede compartirlas con su pareja y sus seres amados, siente a solas, pues es en su cuerpo y en su mente dónde las vive.

  
*   "El cuerpo ni siquiera asume que el final del aborto coincide con el final del sangrado. Todavía durante unas semanas correrá por las venas de la mujer la hormona HCG, responsable de que el test de embarazo dé positivo. Puede tardar en desaparecer hasta dos meses después de la pérdida. Paradójicamente, una mujer que se haga un test de embarazo después de perder uno, dará positivo. Esto supondrá un baile hormonal en un cuerpo que todavía no ha superado el estatus de embarazo y ya intenta reanudar sus ciclos".


           Este es uno de los aspectos, junto con la "recuperación" no sólo física, sino también emocional que supone la elaboración de la pérdida del hijo no nacido, que influyen en que se recomiende a los padres que no intenten quedarse embarazados de nuevo hasta dos-tres meses después del aborto (para darse un tiempo antes del siguiente embarazo para "digerir" emocionalmente lo ocurrido. Pues aunque la mujer pueda tener disponibilidad física para quedarse embarazada nuevamente, durante un tiempo los meses posteriores al aborto puede estar más sensible emocionalmente y necesitar más apoyo los meses posteriores a la pérdida del embarazo.
Sin embargo es habitual, que tras una pérdida gestacional, la madre (y en ocasiones también el padre) quiera ponerse si pudiera "ya" a buscar otro bebé (aunque pueda ser incomprensible para los otros, en nuestra sociedad, si no entienden las emociones de la mujer en ese momento). No como deseo de sustituir o reemplazar a su anterior hijo, sino por la fuerte llamada de la maternidad que siente y más en ese momento en que su cuerpo estaba preparado con toda su fuerza para ser madre, y su deseo "grita" sin haberse ido con su aborto. Es una etapa dura en la que además sigue influenciando el que las hormonas del embarazo no se han acabado tras el legrado.


*    "Es como si la persona, a través de los distintos subsistemas que conforman su ser, fuera iniciando pequeños duelos, en la medida en que va siendo consciente de la pérdida. Cada mes que pasa, la madre va tachando mentalmente las semanas que faltan para la fecha probable del parto, hasta que llega el día. Es tan doloroso darse cuenta de que ese día, en el que probablemente habría parido y tendría a su hijo en sus brazos, y no podrá ser...Pero es como si se hubiera cerrado un ciclo, como si lo hubiera perdido definitivamente. No habrá ningún milagro, ninguna cigüeña vendrá y pondrá en sus brazos un bebé sano, como seguramente escuchó que ocurriría. Termina la fantasía y no queda más remedio que aferrarse, un día más, a la realidad".


        Como nombré en la anterior entrada sobre la superación de un aborto, este es un momento en que de nada sirven los consejos y frases bienintencionadas que en parte sólo suenan a hueco, cuando lo que la mujer necesita es sentirse acogida, escuchada, poder hablar (aunque sea una vez más de algo que "parece lo mismo" al pasar un mes más). En ocasiones puede suceder que ni siquiera sirven las palabras, sino que lo que ayuda es un momento de un silencio cómplice, o entrar en el mundo de las emociones, de los abrazos, del poder soltar las lágrimas y afrontar nuestras emociones.
Esta necesidad se hace más evidente, cuando la mujer ha vivido varios embarazos muy próximos en el tiempo, con sus respectivos abortos y pérdidas, en los que éstas se convierten en una tempestad emocional, difícil de digerir. Hasta el punto de que la mujer puede necesitar apoyo (de su pareja y profesional) para transitar por esta etapa de pleno dolor, para darse permiso para sentirlo, sacar el dolor tan íntimo que siente, y después darse permiso para despedirse y dejar ir a sus pérdidas, cuando llegue el momento, no antes. Para así poder continuar...


Nota: Artículo publicado en CENTRO PSICOLOGÍA GESTALT el 21 de Noviembre de 2011

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