lunes, 28 de enero de 2013

El cerebro de la madre almacena células de sus hijos procedentes de la gestación



                                                         

  Perder a un hijo durante su embarazo es una experiencia que puede marcar la vida de esta mamá. En muchos momentos de su posterior duelo por su hijo perdido, necesita no sólo elaborar las diversas e intensas emociones que le acompañan y suceden, sino sentirse acompañada, comprendida, recibir apoyo de quienes le rodean, escuchada de una forma empática, y ser validada como la mamá en la que se ha convertido, a pesar de que  la ausencia de su hijo/a no la hace ser vista como tal por quiénes no entienden la magnitud de su pérdida. 

Estos últimos días he hallado en varias fuentes una noticia de una investigación en la que se demuestra que  el cerebro de la madre almacena células de sus hijos procedentes de la gestación que nos permite vislumbrar no sólo de cómo el vínculo mamá-bebé puede comenzar ya en etapas iniciales de la vida del hijo desde el momento en que la madre sabe de su estado de embarazo, sino además, proporcionar consuelo por la belleza de esta realidad: el cerebro de la mamá guarda células de su hijo perdido, incluso después de su muerte acontecida durante su gestación. El recuerdo de su pequeño hijo no vive sólo en su corazón, sino que también está grabado en el cerebro de esta mamá, de forma celular. Tu hijo siempre estará contigo: puede ser tan bello conocer esta noticia para una mamá que perdió a su hijo, y que llega a escuchar mensajes muy dañinos tras su pérdida, que desautorizan su duelo, que no he querido dejar de publicar esta noticia, en reconocimiento a estos pequeniñes, que nos dejan grandes enseñanzas en nuestra vida, y su recuerdo permanente. 


Según un artículo publicado en Scientific American (la revista de alta divulgación científica más conocida del mundo), "el vínculo entre madre e hijo es profundo, y una nueva investigación sugiere una conexión física incluso más profunda de lo que nadie pensaba".
El fenómeno del
microquimerismo, es decir, la presencia persistente en un organismo de células genéticamente distintas a las suyas, es bien conocido y parece relacionado con determinadas enfermedades autoinmunes, pero sus razones no están claras.

Como explica el autor,
Robert Martone (jefe del área de Neurociencia terapéutica en el Covance Biomarker Center of Excellence en Greenfield, Indiana, EE.UU.), se descubrió precisamente hallando células con el cromosoma Y circulando en la sangre de mujeres después del embarazo. Como son células masculinas "no podían provenir de la mujer, sino más probablemente de sus niños durante la gestación", en virtud del intercambio que se produce a través de la placenta.

Lo que se ha descubierto ahora es que "
las células microquiméricas no sólo circulan en la sangre, sino que están incrustadas en el cerebro".

Las células pueden migrar a través de la placenta y residenciarse en diversos órganos: pulmón, músculos, hígado, corazón, riñón y piel. Las posibilidades de este hallazgo son múltiples, desde la reparación tisular a la prevención del cáncer o el tratamiento de enfermedades autoinmunes.

Según este estudio, la presencia de esas células en el cerebro femenino era menos frecuente en mujeres con enfermedad de Alzheimer, por lo cual parecía vinculada a la salud del cerebro. El resultado es paradójico, dado que las mujeres con muchos embarazos (y por tanto con presumiblemente más células en el cerebro de sus hijos e hijas) tienen más probabilidad de tener enfermedad de Alzheimer.

Convertidas en tejido materno

Este estudio, en concreto, partió del estudio del cerebro de una mujer muerta en la que se buscaron células con cromosoma Y,
hallándose en el 60% del cerebro y en muchas de sus regiones.
Es más,
una mujer puede tener en sí tanto células de sus hijos como células de su madre, pues el proceso a través de la placenta es inverso.

Pero es más: en animales se ha descubierto que
células microquiméricas se habían convertido en células nerviosas, "sugiriendo que podrían estar funcionalmente integradas en el cerebro. Es posible que lo mismo pueda ser verdad en el caso de células en el cerebro humano", afirma Martone.

Quien, tras discutir otros aspectos del experimento en su vertiente terapéutica, concluye que
"este nuevo campo de investigación" es -y he aquí la parte más poética de lo que no deja de ser un estudio muy concreto y definido- "un recordatorio de nuestra interconexión". De la interconexión máxima, entre madre e hijo, que perduraría más allá de la muerte de ella... o de él, en caso de aborto.

  
                             
                            
                                                 



jueves, 24 de enero de 2013

Bebés que viven en nuestro recuerdo



                                                   


                                                         Lágrimas de alegría
                                                            conociéndote

                                                         Lágrimas de dolor
                                                            perdiéndote

                                                  Nunca, nunca olvidándote

                                                              
                                                               Sue Steen


En agradecimiento a  Sue por compartir estas bellas palabras que tan sensiblemente describen alguno de los momentos vividos por una madre y/o un padre en duelo al haber perdido a su bebé durante su gestación o alrededor del parto.


martes, 22 de enero de 2013

Formación en duelo gestacional y muerte neonatal



                                                                                               
                                                
Este fin de semana he realizado un taller formativo con la Asociación Umamanita (Asociación de Apoyo para la muerte perinatal y neonatal), impartido por Sue Steen , Jillian Cassidy y Lynn Zdechilk, expertas en duelo gestacional y muerte neonatal, sobre el "Trabajo con Familias en Duelo" (por la muerte de su bebé, durante la gestación o alrededor del parto). 

Una jornada de trabajo, en el que hemos participado enfermeras, comadronas, doulas y psicólogas, todas con la inquietud común de seguir aprendiendo y creciendo sobre la atención a las familias que están pasando por un duelo gestacional o ante el proceso en cuso de una pérdida de su bebé por muerte neonatal. 
El encuentro con estas profesionales interesadas en la atención integral a la mamá y el papá que están en situación de duelo por la pérdida de su hijo (sea en cualquier momento de su embarazo,  previo al parto, durante éste o en los días posteriores al mismo). Es decir no sólo desde el punto de vista sanitario, sino integrando en su atención el trato humano, personalizado, empático, y de cuidado hacia los aspectos emocionales y psicológicos que tienen que ver con el proceso que están viviendo estos papás. Ha sido muy enriquecedor y movilizador de sensaciones, sentimientos, incluido de ideas y pensamientos sobre acciones de prevención y de intervención, que podemos llevar a cabo para ofrecer un servicio humanizado, de calidad y amoroso a estas familias que tanto lo necesitan en esos momentos tan dolorosos por los que están atravesando, como son los que se producen ante la muerte de su bebé y las pérdidas asociadas que conlleva esta muerte para sus papás, en un momento que lo que esperaban era recibir y sentir con ellos la vida de su hijo. 

Ha sido un encuentro de un grupo de mujeres/profesionales que a través de sus acciones, incluida la formación en esta especialidad de la obstetricia y de la psicología, buscamos mejorar la atención que reciben las mujeres en las instituciones sanitarias, cuando son atendidas por profesionales de la sanidad pública o privada (como enfermeras, comadronas, auxiliares, celadores, ginecólogos/as, psicólogos, ...), durante su embarazo, parto y postparto. Mujeres que luchan en sus trabajos, en el día a día, por el desarrollo y la implantación de unos protocolos de atención al parto, en el que los profesionales que lo llevan a cabo trabajen en equipo, desde una formación y actitud de apoyo integral a las familias que viven el fallecimiento de un hijo durante el embarazo de la madre (independientemente de la edad gestacional de éste) alrededor del momento del parto. Mujeres/profesionales que buscan un cambio en la atención al duelo, a nivel no sólo de su área profesional, sino que son conscientes de la necesidad de un cambio social en relación al trato que se le da a la muerte y a los familiares que experimentan la pérdida de un ser amado, que permita la verbalización del duelo cuando éste es vivido en etapas gestacionales y neonatales. 

Referente a las formadoras me han encantado, literalmente. Me he encontrado con grandes profesionales, con una amplia experiencia en el trabajo directo con Familias en Duelo por el fallecimiento de sus bebés, en el que hemos podido aprender no sólo de los contenidos que nos han transmitido, sino de ver su forma de trabajar con las familias, de hacer, de dirigirse a éstas en su trato directo con ellas. Sólo me queda volver a darles las gracias, y transmitirles nuevamente, desde aquí en esta ocasión, mi deseo de volver a encontrarnos y de seguir mi formación con ellas en mi camino de especialización en este área de la Psicología Perinatal. 

lunes, 14 de enero de 2013

El padre también está en duelo


                                                                 
En muchas ocasiones, cuando hablamos de embarazos y partos nos olvidamos de los hombres, los padres, del rol tan importante y en ocasiones muy diferente que desempeñan, al de la madre (aunque igual de relevante).  Cuando nos centramos en un proceso de pérdida durante cualquier momento del embarazo o alrededor del parto, podemos olvidarnos del padre, si nos quedamos con la sensación de que "no siente" al no ver que siente de otra forma, obviando su dolor al no comprender la forma en que lo siente, expresa o manifiesta. 

Esto es lo que tanto me atrajo de esta lectura que conocí a través de "Niños del Agua" en su perfil de facebook: la visión de género en el acercamiento al afrontamiento de los duelos gestacionales y neonatale. Es un artículo de la Psicóloga especialista en Psicología Perinatal, Cristina Silvente, publicado tanto en su página web como en el periódico El Confidencial.com 

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Perder un bebé antes de nacer o alrededor del nacimiento es una experiencia devastadora, no sólo por la pérdida en sí de todo un plan de futuro, de unas ilusiones, de un amor que se queda sin dar en el vacío más inmenso de unas manos abiertas, sino por la falta de apoyo social, de aceptación de que ésta es una pérdida, como la muerte de cualquier otro familiar o amigo/a, y necesita también del cariño del entorno.

Y quizá por esa falta de comprensión, toda la atención (a veces equivocada por las maneras) se fija en la madre, que es la que lo sufre físicamente. Y nadie tiene en cuenta al bebé, si ha nacido vivo, y mucho menos al padre, o la pareja en caso de ser dos madres. En este artículo hablaremos en general de los padres, pero muchos aspectos son aplicables a las parejas mujeres, ya que cada vez son más las que se animan a aventurarse a entrar en la maternidad juntas.

El padre también está en duelo. Y a veces un duelo muy diferente ya que tiene que sobrellevar básicamente dos cosas: la pérdida de su bebé y el cuidado de su mujer. Alguna vez ha peligrado incluso la salud de ésta última. A los padres se les suele pedir, y ellos mismos se sienten muchas veces responsables, el cuidado de ellas, con lo cual a veces es complicado dejar espacio al propio proceso de duelo.


UN PROCESO DIFERENTE, PERO IGUAL DE DOLOROSO

Existen diferencias de persona a persona en la manera en que hacemos frente a las pérdidas en la vida, y suele haber diferencias de género también. A grandes rasgos, y siempre teniendo en cuenta la individualidad, las mujeres solemos buscar más apoyo de otras personas y hablar una y otra vez de la pérdida, llorar, e incluso en ocasiones puede parecer que nos regodeamos en el dolor (nada más lejos), en un intento del cerebro por encajar lo sucedido.

Los hombres, por su parte, suelen buscar una solución al ‘problema’, les cuesta más expresar sus emociones y no suelen compartirlas o buscar apoyo de la misma manera que las mujeres. Es más común verlos salir de casa, hacer deporte, intentar ‘hacer’ más que ‘estar’. A la hora de buscar ayuda, y más de un profesional, lo suelen hacer más ellas. Aunque, como psicóloga, he tenido muy buenas experiencias cuando vienen ambos miembros de la pareja y se hace un seguimiento de los dos de forma conjunta.

Otro tema a tener en cuenta es que el hombre se tiene que incorporar muchas veces al trabajo antes, a no ser que se tramite una baja por depresión. Esto le obliga a adaptarse a su vida de antes de forma precoz, aunque en algunos casos sirva de descanso mental del dolor. Ya dependerá de lo realizado o no que se sienta en su trabajo el que el hecho de volver a su labor ayude o no a su proceso. Pero su incorporación podría incrementar la preocupación de dejar a su pareja sola en casa. También hace muchas veces de receptor de todas las preguntas sobre su mujer. Y a él, ¿nadie le pregunta?.

Llevar ambos duelos, comprender al otro, o sentirse apoyado por la pareja puede ser una tarea difícil. Él puede ver como algo malo que ella se quede ‘estancada’ llorando por el bebé perdido, y ella puede creer que las ganas de salir de él y su mutismo ante el tema signifiquen que le importa menos. Los hombres y las mujeres por educación y desarrollo somos seres diferentes con necesidades diferentes. Los procesos de duelo suelen ser altibajos que van a ritmos desiguales. En estos casos, conocer cómo son las diferencias de género, o simplemente, tener un espacio donde hablar de cómo se siente cada uno y compartir dudas y miedos, puede ayudar mucho.


ELLOS NO PUDIERON 'CONOCER' AL BEBÉ

Los hombres no han tenido la experiencia física de sentir al bebé dentro, mientras que, dependiendo de las semanas de gestación, su presencia puede haber sido bastante notable para la mujer gestante. Esto puede crear sentimientos ambivalentes para él: o bien hacer más grande la pérdida por ser más abstracta, o bien tener cierta pena de no haber podido compartir esa experiencia con su mujer, no haber podido ‘conocer’ a su bebé.

Solemos recomendar ver al bebé muerto que estaba en gestación porque suele ser una acción que ayuda al proceso de duelo. Algunas veces, con la intención de proteger a la madre, erróneamente se la ha apartado de ello y, sin embargo, el padre sí ha podido verlo y despedirse en cierta manera. Este puede ser un punto por el cual él haya podido tener una evolución más serena.

El parto en sí o cualquier otro procedimiento médico puede ser traumático para ellos, bien porque pueden ver a su pareja sufrir y no poder hacer nada, o bien porque el proceso médico en sí les resulte desagradable. Ellos también necesitan información, saber qué hacer en estas circunstancias. El sentimiento de no tener control sobre la situación puede causar mucho dolor emocional. Algunos hombres se culpabilizan en silencio de ciertas decisiones que tuvieron que tomar en la soledad y con prisas. Otras veces se les aparta, cuando ellos también han perdido a su bebé, o pueden sufrir por no estar al lado de su pareja.

Igualmente importante es su miedo en los siguientes embarazos y partos. Pueden llegar a retrasar los intentos, o, al revés, ellos suelen estar dispuestos a tener otro hijo o hija antes. Pero también tienen miedo hasta que comprueban que todo va bien o sigue bien.


En cualquier caso, no deberíamos olvidarnos de ellos y sí conviene asegurarse que reciben la atención y el apoyo adecuados a sus circunstancias.

              

Nuevo embarazo tras pérdida gestacional o neonatal





En una anterior entrada del Blog titulada "Nuevo embarazo tras pérdida gestacional" os hablaba de este difícil proceso por el que puede pasar una madre gestante, después de perder a su hijo durante un embarazo anterior. Ahora retomo este tema, para hacerlo también extensivo a la experiencia de un nuevo embarazo tras una pérdida de un bebé, sea durante algún momento del embarazo (muerte gestacional), durante el parto o de su bebé recién nacido (muerte  neonatal ). 

En esta ocasión quiero compartir  unos datos relevantes  procedentes de  un valioso artículo, publicado por UMAMANITA (Asociación en apoyo a la muerte perinatal y neonatal), escrito por Joann O´Leary,MPH, MS, y traducido por Francisca Fernández, titulado "El embarazo después de perder a un bebé". Las notas entre paréntesis son propias, a modo de aclaraciones o matizaciones a aportar. 


EL NUEVO EMBARAZO DESPUÉS

   Hasta hace poco la comunidad médica no ha prestado atención a los embarazos posteriores a la pérdida de un bebé, y aún no se considera una materia que requiera de una práctica basada en la competencia. Sin embargo, la muerte prenatal se produce en el 25 por ciento de los embarazos, debido a un aborto espontáneo, al nacimiento de un un niño muerto, o a la muerte neonatal, registrándose cifras de hasta un 43 por ciento. La mayoría de las mujeres que han tenido resultados negativos se quedan embarazadas de nuevo, registrándose una tasa de nuevos embarazos del 59-86 por ciento.

  En una gestación múltiple, además, los abortos asociados a muerte espontánea de uno o más fetos pueden alcanzar el 30 por ciento. Además, los embarazos que acaban en parto prematuro y bebés nacidos con discapacidades graves hacen revivir a los padres durante el embarazo siguiente miedos y ansiedades similares. 

  En todas estas situaciones, el marco de referencia de los padres para el siguiente embarazo es su experiencia anterior. Estos padres han perdido la inocencia. La probabilidad estadística les ha traicionado, y cuando se ha producido una muerte, viven con constante ansiedad pensando que la muerte puede golpearles de nuevo. 

Veamos alguno de los datos de investigaciones sobre la vivencia de un nuevo embarazo después de perder a un bebé:

* Se ha descubierto que un embarazo anterior malogrado es un factor significativo de predicción de riesgos en el siguiente embarazo. 

* Es habitual un aumento del miedo y la ansiedad, y desconfianza hacia la profesión médica.

* Las mujeres y sus compañeros tienden a no mostrar sentimientos positivos respecto al embarazo, tienden a preocuparse porque algo vaya mal con el bebé, y muestran rasgos de ansiedad en mayor medida que las mujeres que no han sufrido una pérdida con anterioridad. 

* Tanto hombres como mujeres están llenos de temor a que la pérdida se repita y en estado de hipervigilancia. 


LA PATERNIDAD/MATERNIDAD EN EL SIGUIENTE EMBARAZO

   En los doce últimos años, el trabajo con familias en las que se da un nuevo embarazo después de uno anterior malogrado ha ayudado a identificar diferentes fases de evolución en la gestación a medida que las familias viven el nuevo embarazo. Son éstas:

   -Trabajar el miedo a otro embarazo anormal.
   -Trabajar la evitación del vínculo afectivo (con el nuevo bebé) por temor a perder al bebé después.
   -Superar la falta de voluntad para recuperarse de la pérdida por lealtad al bebé que se murió.
   -Vincularse con el bebé no nacido separándolo del bebé que murió.
   -Duelo de los padres por la pérdida personal que ha supuesto para ellos el aborto. 

Hemos observado cómo todos los miembros de la familia, incluyendo los niños, se enfrentan a las cuatro primeras tareas. Algunos hombres deben llevar a cabo también un esfuerzo adicional: superar el miedo a perder a su compañera si la muerte perinatal anterior supuso una emergencia médica par la vida de la madre. 


   El conocimiento de estos aspectos del embarazo (nuevo), junto con la información disponible en la literatura (científica), han servido para desarrollar el marco de experiencias de los padres en aquellas relaciones padre-hijo que se inician en la etapa prenatal. 
Al tiempo que viven su duelo y necesitan hablar del bebé que murió, estos padres también deben iniciar su relación con el nuevo bebé.
 (Nota particular: por ello es recomendable,  para los padres,  dejar un período de unos meses, para elaborar su anterior pérdida y realizar un trabajo emocional y/o psicoterapéutico del duelo por la pérdida de su bebé,  antes de iniciar la búsqueda de un nuevo embarazo, para que un duelo recién iniciado no se comience a elaborar al mismo tiempo que la mamá vuelve a quedarse casi inmeditamente embarazada, sino esperar a que se produzca una sanación emocional y física en la mujer, previamente a buscar una nueva maternidad).
Hasta que su papel como padres de un bebé que murió no sea reconocido y validado, les costará comprender que éste (el nuevo bebé) es realmente un bebé distinto y tendrán dificultades para implicarse en el nuevo embarazo. 
Un padre explica así su lucha durante el embarazo: "La decisión de tener otro hijo después de perder a Robert fue fácil. Lo difícil fueron los nueve meses siguientes. En mi caso, la muerte de Robert me perseguía todo el tiempo y estaba totalmente paranoico pensando en que algo imprevisible pudiera ocurrir de nuevo". 
Es habitual oir a los padres (nuevos padres después de la pérdida de su bebé) decir de sí mismos que "están embarazados", pero utilizan expresiones como "si el bebé nace". (Nota:  frase que es un reflejo del miedo adquirido, a que la experiencia anterior vuelva a repetirse). 


     En el primer trimestre es raro que los (nuevos) padres (mamás y papás tras una pérdida previa de su bebé) experimenten la emoción inicial del (nuevo) embarazo. Los propios padres de la pareja embarazada (los futuros abuelos) muestran sorpresa al descubrir que no están contentos (nota: ¿¿quizás se muestren cautelosos ante el miedo a una nueva pérdida??). Mientras que la familia y los amigos piensan que quedarse embarazados de nuevo ayudará a estos papás/mamás a sentirse mejor y sentirse ilusionados, en lugar de ello surge un nuevo temor: el de perder también a este bebé. Muchos de estos padres/madres no quieren decir a nadie que están embarazados. No quieren que les digan "ahora podréis ser felices de nuevo". Al estar tan asustados, no quieren participar de los sentimientos de alegría de los demás. Para estos padres, eso sería como negar al bebé que murió. 


      Durante el segundo trimestre las parejas se enfrentan a decisiones tales como someterse o no a pruebas neonatales adicionales. Discutirlo es útil para ayudarles a escoger entre las distintas opciones durante la planificación del embarazo. En este período el miedo puede crecer al sentir los primeros movimientos del bebé. Los padres pensaban que estos movimientos les daría confianza, pero en vez de eso se cuestionan nuevamente si es demasiado movimiento o si los movimientos no son suficientes. Es habitual que se haga una ecografía a la semana 18-20, y conocer el sexo puede provocarles sentimientos encontrados. Algunas personas quieren un bebé del mismo sexo que el que murió,  otras quieren el sexo opuesto.

Pueden experimentar un resurgimiento del dolor cuando empiezan a ser conscientes de que éste es un niño diferente y no es el niño que murió.
Aceptar esto como un fenómeno común sirve de ayuda a los padres. Intelectualmente comprenden que se trata de un niño diferente, pero emocionalmente siempre querrán la vuelta del otro niño.

La mitad del segundo trimestre puede ser una época de asentimiento, especialmente si el niño anterior murió a causa de una enfermedad que puede diagnosticarse a través de la ecografía (como por ejemplo, la hipoplasia del hemi-corazón izquierdo o una anormalidad genética). Pero incluso cuando saben que este bebé no tiene la enfermedad anterior, muchas personas aún tienen miedo. Ahora saben que algunos bebés mueren, y no recuperarán la confianza hasta que no vuelva a casa con un bebé sano

A medida que las mujeres sobrepasan la fecha en que se había producido el parto prematuro se adentran en un nuevo territorio. Esto puede hacer que vivan con miedo cualquier molestia o dolor que para otras mujeres que no han sufrido una pérdida entrarían dentro de la fisiología normal del embarazo. Pueden ingresar en servicios de obstetricia con síntomas de disminución de los movimientos fetales o sintiendo contracciones. Para valorar esta situaciones, es importante descartar la existencia de complicaciones, y también tener presente que el miedo es un factor a tener en cuenta en estos embarazos posteriores (a una pérdida anterior).

Las pruebas prenatales pueden comenzar en cualquier momento entre las semanas 28 a 32 de gestación. Esto puede ser de gran ayuda para los padres. Pueden obtener información objetiva sobre la salud de su bebé y sentirse aliviados al saber que alguien les está ayudando a vigilar el desarrollo del bebé.


     En el último trimestre, cuánto más se acerca la fecha estimada de parto, más miedo pueden sentir. No es raro que los padres digan "saquen al bebé como sea ahora que todavía está vivo".

Además, este es un momento en el que la pareja está más expuesta a sus propias emociones. Las parejas dijeron que era más fácil para ellos no pensar en el embarazo y preocuparse por el trabajo. Cuando toman conciencia de que este bebé podría realmente nacer, necesitan ayuda para afrontar el parto tanto ellos como su pareja. Siempre que sea posible, sería conveniente facilitar a estas parejas clases de preparación al parto especiales. Si ello no es factible, ofrecerles al menos apoyo mediante la redacción de un plan de parto. Es extremadamente beneficioso para ellos visitar el área de dilatación y paritorios antes del parto. Aunque esto puede resultarles difícil, necesitan que los profesionales de obstetricia (los trabajadores del área perinatal) les animen a ello de forma amistosa. Lo ideal sería hacerlo de forma individualizada, no en grupo.

Muchas familias han descrito reacciones del síndrome de estrés postraumático cuando entran en el área de maternidad. Necesitan recrear sus sentimientos de forma que cuando llegue el momento del parto puedan concentrarse en ese parto y en ese bebé. Esto también es importante para las familias que tienen hijos mayores antes de su participación en una clase de preparación para los hermanos.

Sin embargo, es importante recordar algo: que la historia de la pérdida del bebé es diferente en cada familia, y tienen distintas necesidades en el siguiente embarazo, es una de las sugerencias que al final de este artículo la autora ofrece a los profesionales de obstetricia que trabajan con estas mamás y papás que tienen un nuevo embarazo tras la pérdida anterior de un bebé, en su intervención con ellos durante todo el nuevo embarazo (y también en el parto y posparto incluso). Resaltando otra máxima en el trato con los mismos:

"La intervención más valiente por su parte consiste en algo que usted ya sabe hacer: acompañarles y escuchar su historia".

Algo, esto último, que las mamás y papás que han pasado por este tipo de pérdidas gestacionales y neonatales, pueden afirmar que este trato humanizado, esta escucha activa, libre de ideas previas, opiniones o prejuicios, ha sido un elemento fundamental que les ha ayudado en momentos en que necesitaban ayuda, formación, orientación, o una comprensión empática. Un trato, el de estos profesionales (en todo el amplio sentido de esta palabra), que agradecen (cuando así lo reciben) y recuerdan como parte de su historia de esa maternidad frustrada y de una posible nueva maternidad lograda con un resultado exitoso (el de llegar a casa en sus brazos con su bebé sano). 







lunes, 7 de enero de 2013

¿ Qué es un parto normal ?


                            
                                

 Habrás escuchado el adjetivo normal pronunciado junto a  nacimiento o parto en muchas ocasiones, sin embargo, ¿tienes claro qué es tener un parto normal?. Las personas solemos confundir normal con aquello que es habitual, que se presenta frecuentemente. En ese caso un parto normal en el contexto de la sociedad occidental, o al menos en la española, sería aquél que está medicalizado/instrumentalizado desde que se entra por la puerta de maternidad en el hospital y te ponen una vía, también sería normal acelerar el parto en lugar de permitirle que siga su curso, administrando oxitocina sintética a la madre, o lo sería igualmente parir acostada, o la realización de episotomías (en algunos casos innecesarias y que se realizan por "protocolo habitual" del obstetra... Pero ¿eso es realmente normal?. ¿Éstas son las prácticas recomendadas por la OMS o son los procedimientos y técnicas que se han generalizado y asumido como normalizadas en nuestra sociedad industrializada actual.

La Revista Obstare, especializada en parto, crianza y bienestar, a la que estoy suscrita. El número 20 de esta revista está dedicado íntegramente al "Parto y nacimiento normal". Hoy quiero acercaros algunas deficiones que expertos en la materia hacen sobre lo que consideran un PARTO Y NACIMIENTO NORMAL, que aparece en este monográfico de la revista que os menciono.

                                                                             
                              ¡¡ El embarazo y el parto no son una enfermedad !!
                              Revista Obstare Nº 20


* El adjetivo "normal" tiene una fuerte connotación cultural. Agregado a la palabra "nacimiento" puede tener muchos significados. En las estadísticas médicas y de salud pública, por ejemplo, "nacimiento normal" significa parto vaginal sin fórceps ni ventosa...sin tener en cuenta si el parto fue provocado con horas de oxitocina sintética. Por tal motivo, es mejor evitar la expresión "parto normal", siendo preferible escribir de las necesidades básicas de la mujer en la fase del parto y/o de las condiciones que favorecen el "reflejo de eyección del feto"; de una actitud biodinámica y de evocar los conceptos fisiológicos. Personalmente evito asociar la palabra "nacimiento" con un adjetivo. Tanto es así que en mi libro "Las funciones de los orgasmos" nunca he utilizado la expresión "nacimiento orgásmico". Tales asociaciones conllevan el riesgo de que las embarazadas elijan un plan de nacimiento muy preciso y que luego terminen siendo prisioneras de sí mismas.
                                                                             
                                                                                         Michel Odent, Médico.


* Un parto y nacimiento normal es aquél que, sin factores de riesgo previos ni complicaciones, puede y debe transcurrir de forma fisiológica, sin intervenciones innecesarias, con total respeto por sus ritmos y flujos hormonales, diferentes y únicos para cada mujer y cada criatura... Aquél que acontece en el entorno físico y emocional deseado por sus protagonistas, con el acompañamiento profesional más respetuoso y sensible a la transcendencia de este maravilloso suceso, tras el que madre, bebé y familia crean su vínculo sin ser separados.
                                                                           Asociación Canaria de Matronas.



* El parto y el nacimiento normal son parte del ciclo de la vida. Las mujeres tienen la fuerza y la sabiduría para dar vida y dar a luz. Igualmente, los bebés saben nacer si les permiten el tiempo para hacer el viaje en paz junto con su madre.
                                                                               
                                                                                 Sonia E. Waters, Comadrona.


* Un parto normal es el proceso fisiológico único en el que la mujer finaliza su gestación a término, en el que están implicados factores psicológicos y socio culturales. Su inicio es espontáneo, se desarrolla y se termina sin complicaciones, culmina con el nacimiento y no implica más intervención que el apoyo integral y respetuoso del mismo.
                                                                              
                                                                         Asociación Catalana de Llevadores.


* Un parto normal es aquél que sucede sin presiones, alteraciones, con la madre predispuesta, consciente y en un entorno respetuoso con los tiempos, la fisiología y la manera de ser de la madre, respetando al máximo el hábitat de la madre y el bebé.
                                                                                    
                                                                                  M. Àngels Claramunt, Doula.


* El parto normal es fisiológico, no medicalizado. Se desarrolla en un ambiente en el que la mujer toma las decisiones y asume el control por sí misma, con una duración sin determinar previamente y sin intervención de ningún tipo, ni siquiera el pujo dirigido. La mujer de parto puede moverse libremente, no recibe ningún tipo de analgesia artificial ni oxitocina sintética para acelerar el parto ni episotomía.
                                                                                                             
                                                                                   Sheila Kitzinger, Antropóloga.


* Un parto y nacimiento normal es aquél en el que la madre y el bebé son libres para dar a la naturaleza la oportunidad de expresar su perfección.
                                                                                        Emilio Santos, Ginecólogo.
                                                                                                                                    

* El parto es un torrente de emociones, hormonas y cambios corporales, físicos y espirituales que arrastra a la mujer hacia la transformación de ser madre. El nacimiento es la bienvenida de un alma, es la manera en la que esa alma entra en este universo. Por eso es tan importante que sea un nacimiento sin violencia.

                                                                                        Sarai Hernández, Matrona.


* Un parto y un nacimiento normal es aquél que transcurre sin intervención médica alguna y con buenos resultados obstétricos y neonatales.
                                                                                         Elisabeth Guerra, Matrona.


* El parto es un proceso fisiológico, intenso y maravilloso para el que la mujer está prepada desde su concepción y que debe darse en una atmósfera que lo favorezca, siempre desde el respeto a las necesidades y deseos de la mujer y del bebé que nace.

                                                                                          Amanda Antequera, Matrona.


* ¿Qué es un parto normal? Creo que la inmensa mayoría de las mujeres tienen la capacidad de dar a luz con poder, de manera sagrada y con confianza. La labor de la comadrona es la de guiar y ayudar a la mujer a tener un embarazo sano desde el punto de vista físico, emocional y espiritual. Muchas comadronas, incluida yo misma, creemos que si la madre y la comadrona hacen este trabajo durante el período prenatal, el parto irá bien, será único. Todos los partos son diferentes. Esto es normal, pero no hay nada normal en un miladgro. Piensa cómo el parto se ha ido alejando del camino diseñado por nuestro creador. Acabo de escribir esto en mi Facebook: "¿Pudiera ser que perdiéramos el parto cuando lo despojamos de su carácter sagrado?. Tanto en el parto como en las consultas prenatales y de posparto, está en Tierra Santa". En realidad cuando estás con una mujer embarazada o una mujer de parto, te encuentras ante el portador de nuestro futuro. Trátala bien. Respétala. Como decía Carl Sandburg: "Un bebé es la prueba irrefrutable de que Dios cree que el mundo debe seguir adelante...".

                                             Jan Tritten, Comadrona y Editora Midwifery Today).


                                                                       
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