lunes, 14 de enero de 2013

Nuevo embarazo tras pérdida gestacional o neonatal





En una anterior entrada del Blog titulada "Nuevo embarazo tras pérdida gestacional" os hablaba de este difícil proceso por el que puede pasar una madre gestante, después de perder a su hijo durante un embarazo anterior. Ahora retomo este tema, para hacerlo también extensivo a la experiencia de un nuevo embarazo tras una pérdida de un bebé, sea durante algún momento del embarazo (muerte gestacional), durante el parto o de su bebé recién nacido (muerte  neonatal ). 

En esta ocasión quiero compartir  unos datos relevantes  procedentes de  un valioso artículo, publicado por UMAMANITA (Asociación en apoyo a la muerte perinatal y neonatal), escrito por Joann O´Leary,MPH, MS, y traducido por Francisca Fernández, titulado "El embarazo después de perder a un bebé". Las notas entre paréntesis son propias, a modo de aclaraciones o matizaciones a aportar. 


EL NUEVO EMBARAZO DESPUÉS

   Hasta hace poco la comunidad médica no ha prestado atención a los embarazos posteriores a la pérdida de un bebé, y aún no se considera una materia que requiera de una práctica basada en la competencia. Sin embargo, la muerte prenatal se produce en el 25 por ciento de los embarazos, debido a un aborto espontáneo, al nacimiento de un un niño muerto, o a la muerte neonatal, registrándose cifras de hasta un 43 por ciento. La mayoría de las mujeres que han tenido resultados negativos se quedan embarazadas de nuevo, registrándose una tasa de nuevos embarazos del 59-86 por ciento.

  En una gestación múltiple, además, los abortos asociados a muerte espontánea de uno o más fetos pueden alcanzar el 30 por ciento. Además, los embarazos que acaban en parto prematuro y bebés nacidos con discapacidades graves hacen revivir a los padres durante el embarazo siguiente miedos y ansiedades similares. 

  En todas estas situaciones, el marco de referencia de los padres para el siguiente embarazo es su experiencia anterior. Estos padres han perdido la inocencia. La probabilidad estadística les ha traicionado, y cuando se ha producido una muerte, viven con constante ansiedad pensando que la muerte puede golpearles de nuevo. 

Veamos alguno de los datos de investigaciones sobre la vivencia de un nuevo embarazo después de perder a un bebé:

* Se ha descubierto que un embarazo anterior malogrado es un factor significativo de predicción de riesgos en el siguiente embarazo. 

* Es habitual un aumento del miedo y la ansiedad, y desconfianza hacia la profesión médica.

* Las mujeres y sus compañeros tienden a no mostrar sentimientos positivos respecto al embarazo, tienden a preocuparse porque algo vaya mal con el bebé, y muestran rasgos de ansiedad en mayor medida que las mujeres que no han sufrido una pérdida con anterioridad. 

* Tanto hombres como mujeres están llenos de temor a que la pérdida se repita y en estado de hipervigilancia. 


LA PATERNIDAD/MATERNIDAD EN EL SIGUIENTE EMBARAZO

   En los doce últimos años, el trabajo con familias en las que se da un nuevo embarazo después de uno anterior malogrado ha ayudado a identificar diferentes fases de evolución en la gestación a medida que las familias viven el nuevo embarazo. Son éstas:

   -Trabajar el miedo a otro embarazo anormal.
   -Trabajar la evitación del vínculo afectivo (con el nuevo bebé) por temor a perder al bebé después.
   -Superar la falta de voluntad para recuperarse de la pérdida por lealtad al bebé que se murió.
   -Vincularse con el bebé no nacido separándolo del bebé que murió.
   -Duelo de los padres por la pérdida personal que ha supuesto para ellos el aborto. 

Hemos observado cómo todos los miembros de la familia, incluyendo los niños, se enfrentan a las cuatro primeras tareas. Algunos hombres deben llevar a cabo también un esfuerzo adicional: superar el miedo a perder a su compañera si la muerte perinatal anterior supuso una emergencia médica par la vida de la madre. 


   El conocimiento de estos aspectos del embarazo (nuevo), junto con la información disponible en la literatura (científica), han servido para desarrollar el marco de experiencias de los padres en aquellas relaciones padre-hijo que se inician en la etapa prenatal. 
Al tiempo que viven su duelo y necesitan hablar del bebé que murió, estos padres también deben iniciar su relación con el nuevo bebé.
 (Nota particular: por ello es recomendable,  para los padres,  dejar un período de unos meses, para elaborar su anterior pérdida y realizar un trabajo emocional y/o psicoterapéutico del duelo por la pérdida de su bebé,  antes de iniciar la búsqueda de un nuevo embarazo, para que un duelo recién iniciado no se comience a elaborar al mismo tiempo que la mamá vuelve a quedarse casi inmeditamente embarazada, sino esperar a que se produzca una sanación emocional y física en la mujer, previamente a buscar una nueva maternidad).
Hasta que su papel como padres de un bebé que murió no sea reconocido y validado, les costará comprender que éste (el nuevo bebé) es realmente un bebé distinto y tendrán dificultades para implicarse en el nuevo embarazo. 
Un padre explica así su lucha durante el embarazo: "La decisión de tener otro hijo después de perder a Robert fue fácil. Lo difícil fueron los nueve meses siguientes. En mi caso, la muerte de Robert me perseguía todo el tiempo y estaba totalmente paranoico pensando en que algo imprevisible pudiera ocurrir de nuevo". 
Es habitual oir a los padres (nuevos padres después de la pérdida de su bebé) decir de sí mismos que "están embarazados", pero utilizan expresiones como "si el bebé nace". (Nota:  frase que es un reflejo del miedo adquirido, a que la experiencia anterior vuelva a repetirse). 


     En el primer trimestre es raro que los (nuevos) padres (mamás y papás tras una pérdida previa de su bebé) experimenten la emoción inicial del (nuevo) embarazo. Los propios padres de la pareja embarazada (los futuros abuelos) muestran sorpresa al descubrir que no están contentos (nota: ¿¿quizás se muestren cautelosos ante el miedo a una nueva pérdida??). Mientras que la familia y los amigos piensan que quedarse embarazados de nuevo ayudará a estos papás/mamás a sentirse mejor y sentirse ilusionados, en lugar de ello surge un nuevo temor: el de perder también a este bebé. Muchos de estos padres/madres no quieren decir a nadie que están embarazados. No quieren que les digan "ahora podréis ser felices de nuevo". Al estar tan asustados, no quieren participar de los sentimientos de alegría de los demás. Para estos padres, eso sería como negar al bebé que murió. 


      Durante el segundo trimestre las parejas se enfrentan a decisiones tales como someterse o no a pruebas neonatales adicionales. Discutirlo es útil para ayudarles a escoger entre las distintas opciones durante la planificación del embarazo. En este período el miedo puede crecer al sentir los primeros movimientos del bebé. Los padres pensaban que estos movimientos les daría confianza, pero en vez de eso se cuestionan nuevamente si es demasiado movimiento o si los movimientos no son suficientes. Es habitual que se haga una ecografía a la semana 18-20, y conocer el sexo puede provocarles sentimientos encontrados. Algunas personas quieren un bebé del mismo sexo que el que murió,  otras quieren el sexo opuesto.

Pueden experimentar un resurgimiento del dolor cuando empiezan a ser conscientes de que éste es un niño diferente y no es el niño que murió.
Aceptar esto como un fenómeno común sirve de ayuda a los padres. Intelectualmente comprenden que se trata de un niño diferente, pero emocionalmente siempre querrán la vuelta del otro niño.

La mitad del segundo trimestre puede ser una época de asentimiento, especialmente si el niño anterior murió a causa de una enfermedad que puede diagnosticarse a través de la ecografía (como por ejemplo, la hipoplasia del hemi-corazón izquierdo o una anormalidad genética). Pero incluso cuando saben que este bebé no tiene la enfermedad anterior, muchas personas aún tienen miedo. Ahora saben que algunos bebés mueren, y no recuperarán la confianza hasta que no vuelva a casa con un bebé sano

A medida que las mujeres sobrepasan la fecha en que se había producido el parto prematuro se adentran en un nuevo territorio. Esto puede hacer que vivan con miedo cualquier molestia o dolor que para otras mujeres que no han sufrido una pérdida entrarían dentro de la fisiología normal del embarazo. Pueden ingresar en servicios de obstetricia con síntomas de disminución de los movimientos fetales o sintiendo contracciones. Para valorar esta situaciones, es importante descartar la existencia de complicaciones, y también tener presente que el miedo es un factor a tener en cuenta en estos embarazos posteriores (a una pérdida anterior).

Las pruebas prenatales pueden comenzar en cualquier momento entre las semanas 28 a 32 de gestación. Esto puede ser de gran ayuda para los padres. Pueden obtener información objetiva sobre la salud de su bebé y sentirse aliviados al saber que alguien les está ayudando a vigilar el desarrollo del bebé.


     En el último trimestre, cuánto más se acerca la fecha estimada de parto, más miedo pueden sentir. No es raro que los padres digan "saquen al bebé como sea ahora que todavía está vivo".

Además, este es un momento en el que la pareja está más expuesta a sus propias emociones. Las parejas dijeron que era más fácil para ellos no pensar en el embarazo y preocuparse por el trabajo. Cuando toman conciencia de que este bebé podría realmente nacer, necesitan ayuda para afrontar el parto tanto ellos como su pareja. Siempre que sea posible, sería conveniente facilitar a estas parejas clases de preparación al parto especiales. Si ello no es factible, ofrecerles al menos apoyo mediante la redacción de un plan de parto. Es extremadamente beneficioso para ellos visitar el área de dilatación y paritorios antes del parto. Aunque esto puede resultarles difícil, necesitan que los profesionales de obstetricia (los trabajadores del área perinatal) les animen a ello de forma amistosa. Lo ideal sería hacerlo de forma individualizada, no en grupo.

Muchas familias han descrito reacciones del síndrome de estrés postraumático cuando entran en el área de maternidad. Necesitan recrear sus sentimientos de forma que cuando llegue el momento del parto puedan concentrarse en ese parto y en ese bebé. Esto también es importante para las familias que tienen hijos mayores antes de su participación en una clase de preparación para los hermanos.

Sin embargo, es importante recordar algo: que la historia de la pérdida del bebé es diferente en cada familia, y tienen distintas necesidades en el siguiente embarazo, es una de las sugerencias que al final de este artículo la autora ofrece a los profesionales de obstetricia que trabajan con estas mamás y papás que tienen un nuevo embarazo tras la pérdida anterior de un bebé, en su intervención con ellos durante todo el nuevo embarazo (y también en el parto y posparto incluso). Resaltando otra máxima en el trato con los mismos:

"La intervención más valiente por su parte consiste en algo que usted ya sabe hacer: acompañarles y escuchar su historia".

Algo, esto último, que las mamás y papás que han pasado por este tipo de pérdidas gestacionales y neonatales, pueden afirmar que este trato humanizado, esta escucha activa, libre de ideas previas, opiniones o prejuicios, ha sido un elemento fundamental que les ha ayudado en momentos en que necesitaban ayuda, formación, orientación, o una comprensión empática. Un trato, el de estos profesionales (en todo el amplio sentido de esta palabra), que agradecen (cuando así lo reciben) y recuerdan como parte de su historia de esa maternidad frustrada y de una posible nueva maternidad lograda con un resultado exitoso (el de llegar a casa en sus brazos con su bebé sano). 







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